Considerada una de las cascadas más espectaculares del estado, y quizás del continente, esta cascada de 129 pies/39 metros adornada con helechos parece salir de la nada. Se ubica a 60 millas/97 kilómetros al noreste de Redding, en un área que, a la distancia, parece un amontonamiento de conos de escoria erosionados y llanuras amplias debajo de un cielo despejado. La Cascada Burney es una de las sorpresas más grandes de California. No nos sorprende saber que el vigésimo sexto presidente de los EE. UU., Teddy Roosevelt, la haya apodado “la octava maravilla del mundo”.
Sigue un camino corto hasta el mirador principal en el Parque Estatal Memorial McArthur-Burney Falls. Deberás levantar la voz para hablar (o ser feliz en silencio). La enorme cortina de agua queda de frente. Resuena por encima de una cornisa cubierta de musgos, salpica la cara cubierta de helechos, revuelve pozos y lanza fragmentos de arcoíris a diestra y siniestra para, finalmente, caer con fuerza y rapidez en un estanque transparente donde se pueden ver burbujas de aire muy por debajo de la superficie. La cascada principal se origina arriba del acantilado, pero galones de deshielo también caen a borbotones por la superficie de las agujereadas rocas volcánicas. Avanza por el camino al estanque. Allí, puedes mirar y apenas tocar el agua, ya que nunca supera los 42 ºF/6 ºC. Los pescadores no parecen sentir el frío; el enorme estanque de la base y Burney Creek, tanto arriba como debajo de la cascada, son lugares populares para pesca con mosca con devolución.